20.9.09

Retórica especulativa - Pascal Quignard

"No tenemos que obedecer a otra fuente sino a aquella de la cual fuimos hechos, es decir, volver incesantemente a la intensa conmoción de la concepción de donde únicamente surge la vida. Es esa noche viva, esa crisis, ese hogar no subjetivo, sin nombre, anónimo, que arde en todos, que ardió en todos, sacudiendo, gritando, expandiéndose, donde todavía no hay nada, donde no se distinguen la individualidad ni el nombre ni la ley ni nada social. En ese sentido, la vida no tiene fin, la meta de la obra no puede ser subjetiva y el proyecto del retórico no puede ser personal; éste reaviva una fogata que está en todos en la medida en que está en cada uno. El proyecto del arte o del pensamiento, el chorro del arte o del pensamiento (dado que ambos ignoran tanto su función como su finalidad) no es ni colectivo ni individual. Es el hypsos, es lo más extremo del cuerpo singular de cada uno, más expuesto que el alma, el miedo, la identidad, la ciudad, la lengua, el nombre."

17.9.09

Ratonera

La casa-ratonera ha quedado limpia:
En un cajón del armario están tus huesos
y en el otro los míos.

Los pelos que perdiste,
los pelos que perdí,
debajo de la cama son
un animal manso y cariñoso
que nos despierta a las mañanas.
Las uñas que nos cortamos
son una inmensa cáscara de huevo
en el jardín, que a todos maravilla
y nuestros jugos, evaporados,
una mancha profunda en el colchón.
Muchas rejas arrenglonan las ventanas,
según nos aconsejan,
y en las horas vivas,
en las horas muertas,
reviso los álbumes para aspirar,
con aullido de sirenas
los rostros del pasado –así no vuelven-.

Ya planché las paredes,
ya fregué las lechugas ,
ya enceré los toallones
que dicen you y me.
Ya me toca la siesta,
nuestro perro olfatea
mis axilas con cariño
y se recuesta tibio, en tu almohada.
A tu regreso, serviremos
copas de jabón con granos de mostaza
y liquidámbar.
Un aperitivo, después de las noticias.
Y en la alta noche ¡clap, clap, clap!
saltan los resortes, los alambres,
el mundo convulsiona
y por el pecho, (nos comimos el queso, ¡qué remedio!)
nos toma el artefacto, o sea el lecho.
De todos los ratones que pululan
que fortuna, atrapada con vos.

16.9.09

En un extremo de la noche

En un extremo de la noche
que no retorna nunca
un hombre hace infusión de mí:
trama hace
de esta que escribe
y huye.

Jala de la razón
él
mientras yo me desnudo
como al descuido
para torcer la soga
que nos enreda
blanco
hacer
en el centro de los ojos.

Con la primera luz
el siempre da la espalda
para volver con la mano escondida
y mi nombre sabiendo
en su boca
a lengua muerta.

El cuarto de los venados - Lech Majewski

2.9.09

Chimeneas

Chimeneas.
Descarne que precede al cielo.
La figura humana se deshizo.

Estoy en los pasillos secos,
polvo que alumbra la mitad de la noche
soy también
pequeña piedra
que golpea los músculos,
mármol sobre la identidad
y las nubes del silencio.

Caminemos atados de las manos
que el ruido está y desaparece,
que desaparece la otra parte
y el aire que se busca,
el hijo que se busca en el aire
y el otro
que no es el hijo
y desaparece,
el que no conozco
pero es el mismo
que aquel, su temblor,
el feto descuidado sobre las mesas,
el sexo abierto como una bolsa
sin muerte ni dolor,
sólo desaparece.

En fila al desarmadero de voces,
perros aúllan,
ellos vestidos de negro,
un número en el humo que precede
signo del azar en la tinta sombría.

De pie,
todos de pie
antes de que arda el pelo guardado entre las uñas,
antes de que el agua amanezca
donde se secó la noche,
antes y después de cada desbarranco,
de la acumulación de fósforo,
de los que vimos llorar,
de lo que vimos.